Entré en la habitación de puntillas, nadie debía enterarse que estaba allí, no por lo que pudieran pensar, si no por todas las preguntas que nos harían.
-Zayn, Zayn? -Susurré yo.Cerré la puerta a mis espaldas, hice algo de ruido pero nadie lo escucharía
-Zayn? -Volví a preguntar
La habitación era muy bonita, color gris metalizado y bueno, de muebles lo típico, una gran cama, el armario, las mesillas...
-Como fuiste capaz? Eres una estúpida -Oí gritar a Zayn en el baño que había en la habitación. No sabía si aquellas palabras eran para mi, pero no me fui, me quedé esperándole apoyada en la puerta.
-Eres una demente! -Le oí gritar otra vez
Me acerqué al baño y llamé dos veces, no quería que me viese en la habitación y pensara que le estaba espiando.
-Si?
-Soy yo, Cat
-Ya salgo -Respondió con la voz más tranquila
Me senté en la cama y esperé a que saliera. Abrió la puerta y salió con el móvil en la mano, tenía muy mala cara, no se con quien estaría hablando, pero no me tenía buena pinta...
-Si quieres me voy -Dije poniendo cara de comprender
-No, no, te mandé que vinieras para algo -Me habló sentándose a mi lado.
Subió una pierna a la cama y la otra la dejó apoyada en el suelo y se giró hacia mí.
-Sucede algo? -Pregunté mirándole a los ojos, esos preciosos ojos marrones.
Zayn iba a hablar, pero se calló, intentaba olvidar la conversación que acababa de tener, tras unos minutos, sonrió
-Creo que ya lo sabes, pero tengo que decírtelo
-El que?
Nuestras palabras sonaban despacio, nuestras miradas eran dulces y ninguno quería estropear aquel momento.
-Me gustas, me gustas mucho Catherine -Dijo acariciándome la mejilla. Cerré los ojos y sentí su mano rozando mi piel. Noté su aliento cerca mía, no abrí los ojos, me dejé llevar por sus movimientos.
Cada vez le sentía más próximo a mi cuerpo hasta que noté sus labios, esos que siempre deseé tocar y que ahora eran míos. Nos besamos lenta y dulcemente, no valía la pena ir rápido, queríamos hacer de aquel momento el último.
Su mano ahora estaba en mi nuca y la otra en mi pierna. Un gran cosquilleo recorrió mi espalda, era el beso más tierno que jamás me habían dado, y me lo regaló la persona que más amaba en el mundo.
Nos separamos, nos miramos y no evitamos sonreír, le acaricié la mejilla, sentía la necesidad de acariciarlo, de saber que no estaba soñando.
Joder como molaa
ResponderEliminarSiguientee
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